Barcos vikingos al amanecer by Mary Pope Osborne

Barcos vikingos al amanecer by Mary Pope Osborne

autor:Mary Pope Osborne
La lengua: spa
Format: epub
editor: Lectorum Publications, Inc.


5

Barcos guerreros

—¡Encontramos el relato! —dijo Jack.

—¡Genial! —exclamó Annie.

—¡Así es! —agregó el hermano Patrick—. Pero, un momento, el hermano Michael no ha concluido aún con su obra. Tendrán que regresar más adelante.

—¡Oh, no! —exclamó Annie.

Al igual que su hermana, Jack también estaba decepcionado.

—Tal vez no podamos regresar —agregó.

—Me temo que no podemos marcharnos sin el libro —comentó Annie.

El hermano Patrick no podía comprender.

Annie y Jack se miraron y luego volvieron la vista al hermano Patrick. Era muy difícil explicar cómo actuaba la magia de la casa del árbol.

Jack se encogió de hombros:

—Bueno, lo intentaremos —agregó.

Afuera, la campana volvió a sonar.

—Es hora de rezar, ya ha amanecido. ¿Quieren acompañarnos? —preguntó el hermano Patrick.

—Gracias. Será mejor que regresemos a casa —contestó Jack.

El hermano Patrick inclinó la cabeza y acompañó a los niños al jardín. Cuando abrió la puerta de la entrada, los tres se detuvieron.

Desde allí, el horizonte se veía de color rosa y violeta. El sol comenzaba a asomarse.

Un silencio profundo fue también testigo a medida que la enorme esfera de vívidos colores se elevaba sobre la lejana línea del horizonte.

Finalmente, la voz del hermano Patrick se oyó primero:

—¡Brilla, bendita luz del sol! ¡En este día glorioso!

—¡Qué hermoso! —exclamó Annie.

Jack sonrió. Coincidía plenamente con su hermana.

El hermano Patrick se volvió hacia ellos.

—Con paisajes como éste se nutre nuestra inspiración para escribir libros —dijo—. Ahora regresen a casa y que Dios los acompañe en su travesía.

—Gracias —respondió Jack.

—¿Necesitan que los guíe hasta su bote? —preguntó el hermano Patrick.

—No es necesario —contestó Jack.

—Sigan por el sendero, hacia la cima del acantilado. Luego usen la cuerda para descender por los escalones —agregó el monje.

—Así lo haremos. ¡Adiós! —dijo Annie, y atravesó la salida.

Jack quería regresar a su casa pero, a su vez, odiaba la idea de abandonar el monasterio. Aquel sitio estaba lleno de gente experta en las cosas que él adoraba: la lectura y el conocimiento.

—Me encanta este lugar —le dijo al hermano Patrick.

—Me agradan tus palabras. Pero ya es hora de que se marchen, deben aprovechar el buen clima —agregó el monje—. En esta isla todo puede cambiar en un instante.

Luego, el hermano Patrick regresó a la iglesia.

Jack atravesó la puerta rápidamente, pero antes de alejarse demasiado, sacó el cuaderno para hacer algunos apuntes:



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